miércoles, 26 de enero de 2011

ERDÖS: LA CIUDAD DE ACERTIJOS

Qué sucede cuando una civilización o un pueblo han superado las necesidades de su existencia, los trabajos forzados y han avanzado tanto que los ciudadanos se dedican el cien por ciento a realizar actividades intelectuales.
 Recientemente leí el cuento “La ciudad Erdös” de de César Gómez Cruz, con dibujos de Axel, el cual me pareció interesante por la originalidad de la historia la cual refleja una utopía que decae en la distopía.

Erdös es una ciudad flotante cuya época transcurre en un futuro distante y desconocido; donde la ciencia era aplicada en la formulación y realización de problemas teóricos, pero especialmente “acertijos”. La única preocupación de los erdosianos era resolver ecuaciones matemáticas, teoremas, conjeturas y acertijos. Se obsesionaban por la resolución de todos estos problemas y debido al alto coeficiente intelectual de los ciudadanos, primeramente, se iniciaba a los bebés en el conocimiento de los acertijos y éstos se llegaban a transmitir de generación en generación cuando un familiar antepasado dejaba inconclusa la solución.

Había una pedagogía en la resolución de problemas: desde los bebés que analizaban teoremas; los niños que jugaban con rompecabezas; los jóvenes que se aventuraban en acertijos mecánicos, manipulables y laberinticos donde ellos eran los que tenían que salir utilizando sus manos e intelecto; los adultos que realizaban competencias acertijeras y se enorgullecían cada vez que alguien ganaba y encontraba la solución; los ancianos sabios se dedicaban a fabricarlos: Gödel, Golavid (Madhava de Sangamagramma) Cantor y Lobachevski eran los más grandes sabios que inventaron la esfera S3, el Teseracto y escribieron el libro de paradojas de Bolsano.

“La embriaguez por las conjeturas y sus demostraciones, los teoremas y sus pruebas, los acertijos y sus soluciones poseyó desde siempre a casi todos en esta ciudad flotante”. Era una cultura intelectual que degeneró por razones obvias; los erdosianos presumían sus soluciones, sus inventos, sus demostraciones, porque eso les daba prestigio y se vanagloriaron y se enfermaron de soberbia y se alejaron de todo humanismo.


sábado, 1 de enero de 2011

DEAD CAN DANCE



Dead can dance es una de mis bandas favoritas y su música es con la que màs me identifico.

Su música es tribal, étnica, minimalista y multicultural. Es drama, misticismo y filosofía; una filosofía de la vida, donde la música que estaba olvidada (muerta), renace con nueva fuerza e interpretación, escuchandose a través de las edades de la humanidad.

Con sus cantos se puede experimentar el inicio del hombre en la tierra transportándonos por reinos en ruinas y renacientes. Paisajes exóticos, lejanos, primitivos y arcanos que han sido olvidados por la memoria del hombre.

De esta forma es como renace la música muerta y los espiritus incorporeos muestran sus danzas y cantan sus melodías, con voces ancestrales e intenso dramatismo como en la canción de un poema de Bertolt Brecht: “Qué afortunado es aquél que no tiene nada” donde desfilan hombres ilustres, cuyas cualidades los llevaron a su desgracia: el sabio Salomón, el furioso César y el honesto Sócrates. Pero el humilde campesino viviendo las propias leyes de Dios, es más virtuoso aunque no posea nada.

Las canciones más oscuras, a mi parecer, son: “Cualquier lugar fuera del mundo” y “En el despertar de la adversidad” donde nos transporta por una oscuridad contextual que se palpa. La letra de la primera canción es existencial, se intenta comprender la vida con el rostro de la razón, pero la vida, a veces, es un amor no correspondido que muestra sus miserias. Sin embargo, se busca su significado y cuando no  se encuentra, surge el pesimismo absoluto y con un intenso dramatismo angustioso se lanza la pregunta de la vida: ¿Este sendero intrincado tendrá fin?

Otras canciones interesantes son: De profundis, orbis de ignis, cantara, enigma de lo absoluto y en el reino de los ciegos el tuerto es el rey. Además de otras que nos proporcionan viajes metafísicos: “Hablame del bosque que una vez llamaste hogar, podemos conocer los encatados bosques de Irlanda. Con la Canción de Sybil, logramos visitar los castillos y palacios de Fracia del siglo XVI. Con The end of wodrs, presenciamos el inicio de ceremonias liturgicas en catedrales góticas del siglo XVIII" Con la caída del iconoclasta, somos testigos del fin de un reino lejano y desconocido. Con Radharc, omán y desert song, viajamos al reino mágico de Arabia.

Su música puede ser un reencuentro con nosotros mismos frente a la vida, al humanismo, a la naturaleza, a nuestras dudas, a la niñez, la nostalgia y añoranza de un lugar, un tiempo y una época.

Los instrumentos que dán vida a esta atmósfera mística y memorable es muy variada: Samplers, sintetizadores, guitarra, cello, violoncello, viola, violín, tímpano, trombón, trompeta, tuba, oboe, teclados, gaitas, percusiones, clarinete truco, hundy-gurdy, yang ch`in. A toda esta instrumentación la acompaña la hermosa voz de Lisa Gerard, clara y nítida, que parece provenir desde el más allá, pero que en este mundo se hace tribal y hasta angelical, junto a la solemne y seremoniosa voz de Brendan Perry. Voces que han pasado desde el punk asta el gótico, creando un sonido original inclasificable; si acaso puede acercarse a la word music, un poco al new age y a la clásica. Lo que sí es seguro es que han experimentado la música de cámara, medieval, barroca, secular, liturgica, mantrica y cantos gregorianos. Con influencias celtas, turcas, árabes, teutonicas, hindues, africans, haitianas y egipcias.

En su lírica podemos apreciar poemas de Góngora,  Bertolt Brecht, y Charles Baudelaire. Saltarellos medievales, cantos tradicionales, antiguos y folkloricos con reinterpretaciones modernas. A demás de poemas escritos por ellos mismos que hablan de duplas de oposición: duda fe, verdad ilusión, condicionamiento libertad, ideal y capricho. También nos muestran el dilema de la elección y las puertas que se deben abrir. El renacer de las cosas y la posición que uno tiene frente al mundo y la percepción subjetiva con la cual lo afrenta.

El concepto musical que desarrollan es el del renacimiento de lo cíclico, del eterno retorno niesztcheano. El simbolismo que le otorgan a su nombre (Dead Can Dance) tiene como portada una máscara ritual de Nueva Guinea, que alguna vez fue parte de un árbol vivo; ahora esta muerta, pero a través del arte de su creador, le proporciona alguna fuerza vital transmutando lo inanimado a lo animado. Por esta razón los muertos bailan con la música olvidada y arcana, con los procesos de la vida que surgen de la muerte y viceversa, en la duración de nuestro tiempo en el universo como en la filosofia platónica que representa el poder benévolo  de la existencia dentro de la eternidad.

Igualmente en otra portada de su disco: “Garden of the Arcane Delights” se observa el concepto musical en el dibujo aparece una “figura desnuda, representa al hombre primitivo privado de percepción y postura erectil, entre los confines del jardín (el mundo) que contiene una fuente y un árbol cargado de una fruta con una serpiente enredada en su tronco. En la pared del jardín el muro, entre la libertad y la prisión, hay dos puertas: la noción dual de la elección. Es un universo Blakeano en el cual solo la humanidad puede redimirse a sí misma, puede liberarse de la ceguera a través de la correcta interpretación de las señales y los eventos que permeabilizan la fábrica de las leyes de la naturaleza”

Puedo finalizar con una idea subjetiva de que esta música es ideal para el cine, documentales, leer un poema y las historias de civilizaciones y pueblos antiguos, para experimentar una expectación de la naturaleza, contemplar las místicas estrellas del universo, un crepúsculo, un amanecer, navegar por el mar, adentrarse hacia uno mismo en momentos dramáticos de nuestra existencia para los que ya estamos aburridos de tanta cotidianidad...