miércoles, 24 de abril de 2013

LA SENTENCIA DEL AFORISMO FILOSÓFICO



"La lucidez no tiene la obligación imperiosa
de la variedad impulsiva: no salta de lo uno a lo otro,
sino que ahonda en lo que los demás pretenden olvidar."
Fernando Savater.


Según el diccionario enciclopédico Aforismo proviene del latín aphorismus y éste a su vez del griego, que sencillamente podríamos tomar como: del límite o en el límite. Es una forma de escritura, una sentencia breve y doctrinal que se propone como regla en alguna ciencia o arte.

Hipócrates fue uno de los mayores artífices de "cápsulas" de sabiduría durante la Grecia clásica. El médico griego fue autor de varias sentencias que tenían como propósito inducir a la reflexión sobre el cuidado del cuerpo, así como la descripción del mismo, haciendo referencia a las dietas, las enfermedades intestinales, las enfermedades de la vejiga, aquellas que eran propias de las mujeres y hasta la relación de estas con el clima.

Dentro de un contexto histórico más cercano, sin duda E. M. Cioran fue el autor de los más celebres y agudos aforismos, quizás sólo superado por Nietzsche. En él, los aforismos cumplen una crítica hacia el modo de encarar la vida por parte del ser humano. Autor de una serie de libros, cuyos títulos fácilmente podrían influenciar al lector a encasillarlo como negativo o calificarlo de escritor de la pesadez. Se mencionan "Breviario de podredumbre", "La tentación de existir", "El aciago demiurgo", "Contra la Historia", "La caída del tiempo", "El inconveniente de haber nacido" y la síntesis "Adiós ala filosofía".

Reconocido por ser un "dudador profesional" tanto de la historia como del hombre, al rumano se le recuerda por ser un "filosofo de las conciencias". Para su traductora la poeta Esther Seligson, fue "un pensador que gritó en silencio y hablo sin palabras", por su parte Andrea Rivera menciona que Cioran "decía utilizar la escritura como remedio para curarse de una realidad de la que nadie podía salvarlo y, sí, lo llevaba a desentrañar la condición humana".

La historia del hombre es también la historia de su autodestrucción, quién pretenda negar eso se niega a sí mismo. Las cruzadas medievales, el colonialismo, los tribunales inquisitorios, el imperialismo, la primera y segunda guerra mundial, el holocausto, el gulag, el apartheid. Vietnam, Bosnia o Irak. Mucho más allá de una posición negativa, lo que se asume es una posición de reconocimiento de todo aquello que caracteriza al ser humano y más le da vergüenza mostrar. En Cioran existe un pensamiento filosófico que busca ese reconocer, no con el propósito de desmotivar o derrumbar, sino para repensar lo que se ha hecho. Ni un paso más sin saber el rumbo, pues es la ausencia de brújula en el accionar humano lo que ha traído tanta calamidad. Detenerse por un instante y sopesar.
La filosofía de Cioran no intenta redimir al hombre, expiar sus culpas.

Sus pensamientos no son una filosofía de la denuncia, ya que no se trata de señalar culpables, basta con asumir su parte. La crítica a la indiferencia y a ese intento por voltear la cara, por aparentar extrañes y mostrar desmemoria. De "Adiós a la filosofía" cito los siguientes aforismos del filósofo rumano:

Felicidad aterradora. Venas en las que se dilatan miles de planetas.
En todo profeta coexiste el gusto por el futuro y la aversión por la dicha. Concebir un pensamiento, un solo y único pensamiento, pero que hiciese pedazos el universo.
Ser de natural combativo, agresivo, intolerante, y no poder reclamarse de ningún dogma.
Lo que corresponde a quien se ha rebelado demasiado es no tener ya energía más que para la decepción.

Intente lo que intente, nunca será más que la manifestación de una decadencia, patente o camuflada. ( ... ) Mis dudas han llegado a algo, mis negaciones han tomado cuerpo. Vivo lo que antes creía vivir. Por fin me he encontrado un discípulo.

El pensamiento es destrucción en esencia. Más exactamente: en su principio. Se piensa, se comienza a pensar, para romper lazos, disociar afinidades, comprometer la armazón de lo -real-.
Sólo es subversivo el espíritu que pone en tela de juicio la obligación de existir; todos los otros, empezando por el anarquista, pactan con el orden establecido.

Ya se trate del individuo o de la humanidad en su conjunto, no se debe confundir avanzar y progresar, a menos de admitir que ir hacia la muerte sea un progreso.
Mis preferencias: la edad de las cavernas y el siglo de las luces. Pero no olvido que las grutas han desembocado en la Historia y los salones en la guillotina.
Osvaldo González Monroy. Sociólogo, UANL ojenian@hotmail.com

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